martes, noviembre 08, 2005

Estoy harto de recibir premios, no quiero más, basta, en serio, basta, no puedo acept.....bueno, OK. Miss Siete Días sí....pero es el último! 2

Una de las desgracias derivadas de ser tan vago para escribir es que ahora, para que entiendan algunos sucesos, tengo que contar eventos prehistóricos como novedades.

Esto pasó hace dos meses, más o menos.

La campaña OLHO VIVO había clasificado para la final de Amauta (algo así como el campeonato latinoamericano de marketing)

La entrega de premios tenía lugar en Santiago de Chile, lo que resultaba extraordinariamente conveniente por lo siguiente:

1) Ahí vive Mayte (fidelísima ex integrante de mi equipo mexicano y actual Futura Directiva).

2) Una escala en Buenos Aires es más defendible que en un Caracas - Ezeiza - São Paulo.

3) Temporada de esquí extendida (justo última semana)

4) Locos, machas, erizos, centolla.

Voy a dejar el relato del premio para el final

Al otro día (viernes) aproveché para ir a hacer snowboard a El Colorado (la pista de esquí más próxima).

Mayte me prestó su tabla (con lo que me ahorré unos 50 mangos) y me llevó hasta el lugar en el que alquilaban la ropa.

Me reconozco especialmente cagón en los caminos de cornisa, y este no fue la excepción.Por suerte no había tránsito (un viernes de octubre a las 8 de la mañana, no muchos salen a esquiar)
Eramos una pareja de ingleses, un chileno, una californiana que parecía un himno al alud (150 kilos, toda vestida de blanco) y yo.

Todos tenían bastante experiencia y mi plan era tomar una hora de clase individual antes de aventurarme.

El problema era que, ya terminando la temporada, y en día de semana, no había quien me enseñara.
Así que en vez de escuchar a la cordura, sacarme el snowboard y tomarme un chocolate caliente, partí en mi solitario ascenso hacia el escarnio y el dolor.

Mayte me había explicado (en media hora, mientras yo elegía la camperita que me abrigaría en los involuntarios contactos con la nieve) las nociones básicas.
Y realmente no hay conceptos avanzados.
A diferencia del esquí, el snowboard es perfectamente intuitivo. Es decir, el miedo natural juega en favor de la estabilidad y no al contrario (en el esquí, tirarse para "atrás" por miedo a la pendiente, te hace aterrizar de upite. En el snowboard, solo reduce la velocidad)

Contabilicé, sin ninguna exageración, unas cuarenta caídas en la primera pista.
La situación era tan frustrante, que los últimos 100 metros los hice acostado sobre la tabla.

Pero rapidamente la cosa mejoró / empeoró.
Con la confianza ganada en los sucesivos intentos, las caídas se redujeron en cantidad y se multiplicaron en dolor.

Recuerdo perfectamente una escena en donde me pego un terrible montañazo en el culo que me hizo quedar tirado durante 10 minutos.
Juro que en el instante del golpe ví estrellas, como en los dibujitos.
Eso sin contar la verguenza de ver pasar a la gorda como un bólido mientras yo tardo en incorporarme media hora.

Pero lo más ridículo y denigrante de todo el paseo fue mi combate a 10 rounds contra el poma.

El poma es una especie de caño colgante, con una pequeña base en el extremo inferior, conectado a un cable que te lleva hacia la cima de la montaña.

Teoricamente uno debe pararse cerca de él, tomarlo rapidamente e introducirlo entre las piernas. La pequeña base permite descansar el traste en una pose "semi-sentado" mientras te transporta.

El problema es que eso funciona en el esquí. En el snowboard no tengo la menor idea de como sea.
La sospecha es que uno saca uno de los pies de la tabla y se pone de costado.
De todos modos, voy a relatar mi combate para que puedan aprovechar las enseñanzas.

Primer round: El poma pasa. No lo puedo agarrar. Un par de personas rien.

Segundo round: agarro el poma. Tengo los dos pies en la tabla. Las leyes de la física me impulsan alternativamente a derecha e izquierda hasta que caigo, unos doscientos metros más arriba.
No hay testigos.

Tercer round: agarro el poma. No recuerdo bien que hago. Creo que lo mismo que antes pero voy concentrado como si estuviera tallando diamantes. Llego a la punta y solo me desequilibro un poquito saliendo. Un éxito.

Cuarto round: El poma pasa.

Quinto round: Agarro el poma. En la mitad veo que me voy a caer y consigo salirme. Para mí le gané.

Sexto round: Dicen que es el más difícil, hay que estar atento. Agarro el poma, comienzo a subir. Cuando hice unos 500 metros, comienzo a trastabillar. Me aferro con todas mis fuerzas pero caigo. Voy colgado como en esquí acuático, pero operando mis rodillas como esquies. Unos niños se deshacen en carcajadas sin ningún disimulo. Dos puntos para el poma

Séptimo round: Saco uno de los pies del snowboard y me las rebusco hasta arriba. Me encantaría echarselo en cara a los niños pero ya se fueron (hace una hora)

Octavo round: Imaginen el sexto round pero voy arrastrando MI ESPALDA en el piso, agarrado con todas mis fuerzas. Mis fuerzas ceden. EL POMA ME PEGA EN EL OJO Y ME LO DEJA NEGRO 4 DÍAS.
Nadie me ve, pero yo tampoco veo mucho.

Noveno round: insisto y la suerte me premia. Llego a la cima

Décimo round: ya son dos éxitos y dejo de intentarlo para irme a casa creyendo que domino la técnica

Si estas enseñanzas no fueron lo suficientemente relevantes, permitanme sugerirles una última.
Si van a ir en octubre a la montaña, a 3.600 metros de altura, y con un sol radiante, ponganse protector solar.
Si no, se van a quemar hasta el punto de que toda la piel de la cara se les va a caer y le van a salir 60 boqueras, y la gente los va a mirar asustada en el subte de Santiago y no van a poder ir a trabajar durante una semana.
Digo, podría pasar.

El sábado posterior a mi golpiza autoinflingida, aproveché para ir a comer mariscos al mercado municipal.
Lo máximo. Imperdible total. Vale la pena vivir en Santiago sólo por eso.

El domingo hice escala de 6 horas en Buenos Aires y almorcé con Papá, Mamá, Eli (no me acuerdo si Royi estaba) y la familia Fernando Jansenson.
Mi ahijado metió la cabeza enterita en una torta y lamenté no tener la cámara de fotos.

Volviendo al evento que me puso en Santiago, ganamos el premio de mejor campaña de endomarketing (que no era la categoría correcta) y no estabamos ni siquiera inscriptos como campañas de incentivos.
La diferencia es sutil, y supimos aprovecharla bajo el enunciado "somos tan buenos que hasta ganamos premios de otras categorías"

Compartí la mesa con casi todos brasileños (los organizadores sientan juntos, generalmente, a los del mismo país)
Con excepción de en nuestro caso, hinché por todas las campañas argentinas (resultado final: Argentina 8, Brasil 7 -uno de esos el mío, con lo que me sentí un poco Tevez-, Chile 3 y después todos los demás)

Hasta ese día, OLHO VIVO ya era campeona brasileña y campeona latinoamericana.
Ahora faltaba el mundial....

2 Comentarios:

At 10 de noviembre de 2005, 3:05 p. m., Anonymous Anónimo said...

Me reí mucho con el cuento del Snowboard...sobre todo porque yo viví lo mismo esta temporada. Solo que a mi me salió más caro que un ojo morado. Mi pelea fue con la tabla, duró solo un round, se definió por Knock out y me volví el 2° día con el malar fracturado (literalmente me rompió la cara). Por suerte ya estoy recuperado y mi cara ya se parece a la de un ser humano.
Saludos.
Diego Grau.

 
At 10 de noviembre de 2005, 7:37 p. m., Anonymous Anónimo said...

Disfruté muchísimo el relato. Ahora bien, al leerte...como decirlo...no es que no hagas surgir palpablemente las imágenes -eso sobra-, pero si no hay fotos la credibilidad siempre decae un poco. ¡Fotó,fotó,fotó!!!

 

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