Ayyy que veneno!
Había escrito este post (probablemente mejor y seguramente más largo) y se me colgó la computadora.
Vamos de nuevo.
Resulta que a raíz de la publicación de la anécdota de mi madre (esa en donde ejerce momentánea y eficientemente el cargo de jefa de prensa del Ku Klux Klan) he decidido dejar de esforzarme en ser ingenioso y contar directamente cosas graciosas que les pasaron a USTEDES.
Voy a empezar con Hernán Arguiz (en riguroso orden alfabético pero también porque se lo merece por su fidelidad al blog)
Hernán Arguiz, disputandole el puesto a Piñon Fijo
"Excelencia Académica"
A pesar de portar la orgullosa camiseta de "Alumno Promedio", Hernán se las ingenió para sobrevivir a la UCA.
En su movimentado derrotero supo enemistarse con una contendora legendaria.
Una famosa profesora de estadística cuya intimidad protegeremos llamandola por las inciales: "A" de Angélica y "LL" de Lleonart.
Los motivos del odio no son del todo claros pero podrían originarse en el hecho de esta haber sorprendido a Hernán jugando al tutti frutti en plena clase (con otro tamagotchi del que nos ocuparemos oportunamente)
La cuestión es que se avecinaba el exámen final y con ello la oportunidad de justicia/venganza por parte de la docente.
Los dioses personales de Hernán le depararon otro profesor en la mesa examinadora y así consiguió, ajustadamente, aprobar la materia.
Pequeña nota al pie: En la UCA (al menos en mi época) las notas iban del 1 al 10. Existía la infrecuente excepción de calificar a un alumno con "10 con mención especial", lo que implicaba firmar un acta que acreditaba la ejemplaridad de la exposición.
Este suceso, ya en la categoría de leyenda urbana, sólo acontecía (a otros) una vez cada varios años.
Retomando el relato, Hernán sale victorioso del Final, ostentando en su mano la libreta que acredita su improbable aprobación.
Al salir se topa con A.LL. y no le ahorra el disgusto:
Hernán:
Angélica viste que aprobé?!
A.LL.:
Sí...(despreciándolo)
... con un cuatro!
Hernán: (dedicandole una sonrisa trascendente)
Cuatro...pero con mención especial!!!
"El salto del tigre"
Hoy lloré de la risa recordando una vieja actividad lúdica que ocupara mi ocio universitario.
Los edificios de la UCA previos al de Puerto Madero tenían una peculiaridad. Las puertas de acceso a las aulas eran de madera muy fina (que vibraba al menor contacto) y en la parte superior tenían paneles de vidrio (como una "ventana" por la que uno podía observar desde el pasillo, lo que acontecía dentro de los salones)
Mi diversión consistía en lo siguiente:
Me paraba junto a la puerta de un aula y comenzaba a mirar para adentro. Cuando alguien pasaba cerca yo despertaba su curiosidad con un comentario del tipo
"Uyy no sabía que Tinelli venía a la Universidad".
El incauto inexorablemente se asomaba. Yo aprovechaba para salir del ángulo de visión de la ventanita y
PATEABA LA PUERTA CON FURIA HOMICIDA.
Por supuesto el estruendo hacía que todo el mundo mirara hacia la ventana donde, como en una foto 4 x 4, se veía la cara estupefacta y aterrorizada de la víctima.
El 90% (tengase en cuenta que en general yo NO CONOCÍA a la persona que jodía y siempre me alejaba presuroso) salía corriendo a esconderse.
Como puede preveerse mis amigos más cercanos fueron los más damnificados por la invención.
El día de la anécdota de marras, me acerco a una ventana (haciendo como que no había visto que Hernán había llegado) y finjo hablar por señas y reirme con alguien del interior del aula.
Desprevenido se acerca e instantáneamente descubre su error. En menos de un segundo yo había pateado la puerta con todas mis fuerzas (que en el Morumbí descubriría es de 67 millas por hora)
Hernán no vacila y emprende la carrera.
Su sentido de orientación le indica huir hacia la izquierda, en donde el pasillo es más corto y puede esconderse con sólo bajar una escalera.
Lamentablemente su memoria le sugiere que la misma tiene cuatro escalones, su vista le avisa -tardíamente- que son siete y sus piernas dan para cinco.
Por lo tanto, cae aparatosamente frente a un grupo de señoritas.
No es necesario destacar que nadie desea ser visto corriendo como un poseso en la Universidad, y mucho menos cayendo desarticulada y dolorosamente.
El aterrizaje a los pies de compañeras de estudios no hace más que agravar la situación.
Al regresar de su accidentada carrera lo esperaba(mos)un jocoso comité de bienvenida.
A la pregunta:
-Che, y que hiciste cuando te caiste adelante de todas las minas?
Él respondió:
-Les dije: Chicas, cuando quieran les enseño el "salto del tigre"
"El clon", "la hoja crocante" y "el aplazo feliz"
Estas tres se pueden reunir en un concepto: Super Amigo.
Al menos una materia de las que constan en mi certificado analítico se la debo a Hernán.
1) Durante mucho tiempo "dió el presente" por mi en múltiples materias. El profesor, con la cabeza fija en la lista, no reparaba en quien pregonaba la asistencia.
El problema fue que, con el correr del tiempo, nuestros originalmente distantes números de registro (el mío 113 y el de él -creo- 035) se fueron acercando.
Por lo tanto, ya para esa época, Hernán daba dos presentes separados de 3 segundos, teniendo que mudar un poco el tono de voz para hacer menos obvia la patraña.
Gracias a eso logré la "escolaridad"
2) A él, a mi, y a otros dos paparulos nos habían bochado en un recuperatorio. Como uno alegó que su calculadora había fallado, el profesor nos dió un recuperatorio del recuperatorio (algo tan inusual como el 4 con mención especial)
Hernán anotó mi nombre (ya que yo me encontraba -casualmente- ausente) en la lista de los beneficiados.
El día del exámen eramos cuatro personas y dos docentes en un aula con cuatro "filas" de bancos. La lógica indicaba que cada examinado debía sentarse en el primer banco de una fila.
Por motivos imaginables yo me senté, justamente, detrás de él.
Cuando faltaban dos minutos para terminar el exámen (y sólo quedabamos nosotros) le susurro a Hernán mi status de desnudez con un seco "Estoy en bolas" y luego "pasame el ejercicio C"
Hernán, solicito y arriesgado, copia el complejo ejercicio en una hoja y ante un descuido de las autoriades, me la pasa por sobre su hombro.
Si el papel hubiera tenido un xilofón embutido, no habría hecho tanto ruido.
En serio, fue el sonido exacto de una bolsa de papas fritas en el cine, lo que le valió para siempre el apodo de "la hoja crocante".
Las miradas estupefactas de los profesores nos indicó que estabamos a un milímetro del abismo, pero esbozamos nuestra practicada cara de "donde dejé la boleta de aguas argentinas?" que nos terminó salvando.
3) Y un día llegó el final (cabe destacar que los tres puntos se refieren a la MISMA materia)
La metodología era la siguiente: de 8:30 a 12:30 AM, exámen escrito. Los docentes regresaban a las 6 de la tarde y daban las notas. El resultado era excluyente. Quien no había aprobado el escrito ya no tenía ni siquiera derecho al oral.
Fiel a la estrategia especulativa recurrente, me concentré en el téorico (oral) sabiendo que el práctico (escrito) era "manejable" (leáse el grupo a controlar excedía la capacidad de los controladores)
Por una distorsión dimensional de esas tan frecuentes en diciembre, me tocó el mismo tema que a Hernán, a pesar de haberme sentado al lado.
Una vez terminado el trámite nos fuimos, tranquilos, a almorzar. Yo tenía certeza de que sabía mucho para el teórico y no veía nubes en el horizonte.
De pronto a nuestro héroe lo ataca una fiebre revisionista y con el auxilio de una calculadora comienza a analizar los resultados.
Me mira y espeta:
"Uyyy boluuuudo. Hicimos cualquier cagada!!!"
La cuestión es que en una cálculo inicial se había confundido un dato y el ejercicio nos terminó dando (obviamente a ambos) "113,57" cuando lo correcto era "2,50".
No nos preocupaba la dispersión con respecto al resultado correcto sino la inexplicable similitud de nuestros extraños errores.
Conscientes de esto, nos preparamos convenientemente.
Para recibir a los profesores nos sentamos en lugares opuestos. Yo adelante a la izquierda y él atrás a la derecha.
Al llegar los educadores comunican:
-Los exámenes están en general muy bien...sólo hay dos reprobados"
Silencio
-Los reprobados son Arguiz y Colombo"
Silencio
-"Si alguien quiere ver su exámen, puede acercarse"
Silencio e inmovilidad.
-"Los aplazados? No quieren ver sus exámenes?"
Silencio, inmovilidad y sordera presunta.
-(ya encabronado)
"A ver, donde están Colombo y Arguiz??"
-"Acá, profesor" (contesto). El tipo se acerca y me alcanza los dos examenes. Se queda parado observandome mientras Hernán se aproxima lentamente. Al llegar a mi lado, lo miro con curiosidad y al tiempo que le entrego la hoja le digo:
-"Vos sos Arguiz"?
Ambos analizamos rápida y ficticiamente los finales ante la mirada gélida del docente. Le devolvemos las hojas y caminamos juntos hacia la salida.
El tipo nos para y dice:
-"Señores, no quieren saber porque fueron reprobados?"
Ambos lo miramos serios y sin tiempo a contrarrespuesta nos despedimos con un expeditivo:
-"No, gracias"
Se que para un observador objetivo es demencial, pero nos fuimos riendo del aula.
El hecho de no darle al tipo la oportunidad de decirnos:
"los boché porque se copiaron....y encima MAL, manga de chotos" justificó con creces el aplazo.
Con el tiempo aprobamos (separadamente) el final, la materia y la carrera.
Pero además del título, de la Universidad nos llevamos un amigo.
Saludineees
PD: Todo lo que conté es mentira. Nunca nos copiamos, ni conozco a persona alguna que lo haya hecho. Me siento en la necesidad de aclarar esto por si las autoridades competentes (o en un futuro distante, mis hijos) dan con este escrito.
PD2: Bush y la recalcada c**cha de tu madre.