sábado, noviembre 19, 2005

New York, New York

Aprovechando que el mundial de campañas era en Chicago, programé una pequeña escala de un día en mi ciudad favorita.

Sí, París es perfecta. (Me dijeron que) Londres y Praga son un sueño.
Pero Manhattan es, como dicen en Saturday Night Live, la capital del mundo.

Salí de São Paulo un viernes a la noche.
Dormí desde el despegue hasta el aterrizaje, y disfruté, bien temprano, de la hostilidad de la aduana.

Llegué a mi (irracionalmente caro) hotel y salí a caminar 40 cuadras con la excusa de comprar una camarita digital.

Creo que me hospedé en la Lexington y 59, y caminé por Park Avenue, Madison y la 5ta hasta la 87, zigzagueando convenientemente para pasar por el Metropolitan Museum of Art.

Hice algunas compras idiotas en Best Buy (mouse y teclado especial para jugar, ipods (2) y una cámara -cuya calidad puede evaluarse en las fotos que ilustran este post-).

En el subte viví una argentinecdota de raza.
No sabía bien la línea que tenía que tomar, y veo una mina en la máquina de boletos que elige la opción "español".
Compro mi ticket y le pregunto con natural acento porteño (simplemente por el hecho de que era blanca, medía 1,80 y siempre sería mi primera opción): Disculpame, sabés como hago para ir hasta Lexington y 59?.
A lo que procede el siguiente diálogo:
"Sí...pero como sabías que era argentina?"
"No sé...tenés cara de argentina"
"Ayy GRAAAACIASSS".
(después nos preguntamos por que nos odian).

Llegué al hotel, dejé todas las boludeces y salí a huevear por ahí.
Me saqué una foto en el edificio de The Economist y en el consulado argentino (exactamente igual que una década atrás) sólo que ahora un poquito menos argentino y un poquito más economista.

No voy a aburrirlos con todo lo que hice. Broadway, Central Park y Upper West Side (el mejor barrio del mundo para vivir, según la revista Travel. Segundo está el séptimo de París, tercero el Tridente de Roma, cuarto el porteñísimo Palermo y quinto el Madrid de los austrias)

También fui a cenar (bien temprano) al restaurante "Monk's", escenario de todas las escenas "del café" de Seinfeld. Pedí una "Egg Salad", como si fuese George.
Se que para muchos es una boludez total, pero para mí fue como visitar un sitio histórico. De hecho, tenía la dirección anotada hacía más de 7 años, después de ver un capítulo en que la mencionaban.

Para la noche había reservado, vía internet, una entrada para el NY Stand UP Club.
Teóricamente el mejor lugar para ver improvisación y Stand Up Comedy en USA. Cuenta la leyenda (demostrada con notas de revistas) que Jerry Seinfeld, Chris Rock y otros consagrados, prueban el material ahí, antes de empezar una gira.
El nível realmente es impresionante.
La entrada cuesta 15 dólares y hay que hacer una fila de una cuadra. El show entero dura una hora rigurosa. En general, cuatro tipos que hablan diez minutos y un chico que los presenta.
El lugar es relativamente chico, pero te apiñan en mesas de diez personas en las que, frecuentemente, no conocés a nueve.

Los que se presentaban eran semi-famosos.
Guionistas de Curb your Enthusiasm, Zoolander, Loco por Mary, el show de David Letterman y Friends.

Salvando la complejidad de traducción que el show implica (imaginense entender a Pinti, si no hablaran español) es mi primera recomendación para un viernes a la noche en Manhattan.

El primer pibe era bastante gracioso, hablando basicamente de relaciones de pareja.
Comparaba las fantasías sexuales de hombres y mujeres.
Las mujeres mencionan un lugar (París, la playa, etc.) y siempre velas.
Los hombres muestran un gráfico con posiciones y dicen: "Prestá mucha atención, porque acá es que entra tu amiga Jenny"

El segundo para mi fue excelente, pero a la gente no le gustó tanto.
Era mucho más sutil y autorreferente, y daba la impresión de hacer el show que él quería y no el que a la gente le podía interesar.
Empezó preguntando quien vivía en Manhattan (pocos) porque decía que todos los chistes que tenía preparados requerían vivir ahí para entenderlos.
Después preguntó cuantos vivían en su edificio.
Uno de los comentarios más celebrados fue que ahora hay cursos para todo. Origami, busqueda en internet, ovnilogía, etc. Cuenta como ejemplo que se encontró con un amigo en el aeropuerto, que iba a París a estudiar en la Universidad del Chocolate.
Dice que le hubiera dado mucha envidia si él no estuviese yendo para "Cunnilingus Camp".

El último pibe era el más famoso, porque actua en el Show de David Letterman (los demás son mayoritariamente guionistas).
Fue el que menos gustó (a mí y a la gente). Tuvo un estilo "Corona" de criticar a la audiencia y, sacando que era obviamente rapidísimo improvisando, no fue muy divertido.

Pero el tercer comediante me hizo llorar de la risa.
Como ya conté esta historia verbalmente y, en general, mis interlocutores se me quedan mirando con una tibia sonrisita de compromiso, no tengo esperanzas de que les resulte muy gracioso.
Creanme que verlo es infinitamente mejor.
El chabón es un gordo feísimo, con anteojos culo de botella, que entra con una camiseta y una gorra que dicen "World Champion of the world".
El concepto del show es simple. El pibe interactua con el publico, improvisando en una competencia para demostrar que él es el mejor en todo.

Le pregunta a uno:
-Tenés algún Hobby?
-Pescar.
-Que es lo más grande que sacaste este año?
-Una corvina.
-Yo pesqué una ballena. Cuando le abrimos el estomago, sacamos 475 corvinas como la tuya.

A otro:
-En que trabajás?
-Estoy en el ejército
-Yo fui marine. Tengo 672 muertes oficiales. Y eso sin contar la experiencia militar, sólo estacionando el auto.

Al principio el efecto es sólo gracioso. Después de 15 pibes, ya no podés creer que tenga respuesta inmediata para todo.

A uno:
-Que hacés en Manhattan?
-Estoy de paso. Voy a hacer snowboard a Canadá.
-A que velocidad vas en el snowboard?
-(El pibe intenta joderlo) A doscientos kilometros por hora.
-Yo a doscientos cinco. Pero montaña arriba. Montaña abajo, si lo pensás bien, la gravedad y la nieve hacen todo el trabajo.

Me encantó y terminé cansado de tanto reirme.
Apenas terminó el show me fui al hotel, porque el domingo salía muy temprano para Chicago, escenario del "Campeonato Mundial de Marketing".

Pero eso es otro post.

martes, noviembre 08, 2005

Estoy harto de recibir premios, no quiero más, basta, en serio, basta, no puedo acept.....bueno, OK. Miss Siete Días sí....pero es el último! 2

Una de las desgracias derivadas de ser tan vago para escribir es que ahora, para que entiendan algunos sucesos, tengo que contar eventos prehistóricos como novedades.

Esto pasó hace dos meses, más o menos.

La campaña OLHO VIVO había clasificado para la final de Amauta (algo así como el campeonato latinoamericano de marketing)

La entrega de premios tenía lugar en Santiago de Chile, lo que resultaba extraordinariamente conveniente por lo siguiente:

1) Ahí vive Mayte (fidelísima ex integrante de mi equipo mexicano y actual Futura Directiva).

2) Una escala en Buenos Aires es más defendible que en un Caracas - Ezeiza - São Paulo.

3) Temporada de esquí extendida (justo última semana)

4) Locos, machas, erizos, centolla.

Voy a dejar el relato del premio para el final

Al otro día (viernes) aproveché para ir a hacer snowboard a El Colorado (la pista de esquí más próxima).

Mayte me prestó su tabla (con lo que me ahorré unos 50 mangos) y me llevó hasta el lugar en el que alquilaban la ropa.

Me reconozco especialmente cagón en los caminos de cornisa, y este no fue la excepción.Por suerte no había tránsito (un viernes de octubre a las 8 de la mañana, no muchos salen a esquiar)
Eramos una pareja de ingleses, un chileno, una californiana que parecía un himno al alud (150 kilos, toda vestida de blanco) y yo.

Todos tenían bastante experiencia y mi plan era tomar una hora de clase individual antes de aventurarme.

El problema era que, ya terminando la temporada, y en día de semana, no había quien me enseñara.
Así que en vez de escuchar a la cordura, sacarme el snowboard y tomarme un chocolate caliente, partí en mi solitario ascenso hacia el escarnio y el dolor.

Mayte me había explicado (en media hora, mientras yo elegía la camperita que me abrigaría en los involuntarios contactos con la nieve) las nociones básicas.
Y realmente no hay conceptos avanzados.
A diferencia del esquí, el snowboard es perfectamente intuitivo. Es decir, el miedo natural juega en favor de la estabilidad y no al contrario (en el esquí, tirarse para "atrás" por miedo a la pendiente, te hace aterrizar de upite. En el snowboard, solo reduce la velocidad)

Contabilicé, sin ninguna exageración, unas cuarenta caídas en la primera pista.
La situación era tan frustrante, que los últimos 100 metros los hice acostado sobre la tabla.

Pero rapidamente la cosa mejoró / empeoró.
Con la confianza ganada en los sucesivos intentos, las caídas se redujeron en cantidad y se multiplicaron en dolor.

Recuerdo perfectamente una escena en donde me pego un terrible montañazo en el culo que me hizo quedar tirado durante 10 minutos.
Juro que en el instante del golpe ví estrellas, como en los dibujitos.
Eso sin contar la verguenza de ver pasar a la gorda como un bólido mientras yo tardo en incorporarme media hora.

Pero lo más ridículo y denigrante de todo el paseo fue mi combate a 10 rounds contra el poma.

El poma es una especie de caño colgante, con una pequeña base en el extremo inferior, conectado a un cable que te lleva hacia la cima de la montaña.

Teoricamente uno debe pararse cerca de él, tomarlo rapidamente e introducirlo entre las piernas. La pequeña base permite descansar el traste en una pose "semi-sentado" mientras te transporta.

El problema es que eso funciona en el esquí. En el snowboard no tengo la menor idea de como sea.
La sospecha es que uno saca uno de los pies de la tabla y se pone de costado.
De todos modos, voy a relatar mi combate para que puedan aprovechar las enseñanzas.

Primer round: El poma pasa. No lo puedo agarrar. Un par de personas rien.

Segundo round: agarro el poma. Tengo los dos pies en la tabla. Las leyes de la física me impulsan alternativamente a derecha e izquierda hasta que caigo, unos doscientos metros más arriba.
No hay testigos.

Tercer round: agarro el poma. No recuerdo bien que hago. Creo que lo mismo que antes pero voy concentrado como si estuviera tallando diamantes. Llego a la punta y solo me desequilibro un poquito saliendo. Un éxito.

Cuarto round: El poma pasa.

Quinto round: Agarro el poma. En la mitad veo que me voy a caer y consigo salirme. Para mí le gané.

Sexto round: Dicen que es el más difícil, hay que estar atento. Agarro el poma, comienzo a subir. Cuando hice unos 500 metros, comienzo a trastabillar. Me aferro con todas mis fuerzas pero caigo. Voy colgado como en esquí acuático, pero operando mis rodillas como esquies. Unos niños se deshacen en carcajadas sin ningún disimulo. Dos puntos para el poma

Séptimo round: Saco uno de los pies del snowboard y me las rebusco hasta arriba. Me encantaría echarselo en cara a los niños pero ya se fueron (hace una hora)

Octavo round: Imaginen el sexto round pero voy arrastrando MI ESPALDA en el piso, agarrado con todas mis fuerzas. Mis fuerzas ceden. EL POMA ME PEGA EN EL OJO Y ME LO DEJA NEGRO 4 DÍAS.
Nadie me ve, pero yo tampoco veo mucho.

Noveno round: insisto y la suerte me premia. Llego a la cima

Décimo round: ya son dos éxitos y dejo de intentarlo para irme a casa creyendo que domino la técnica

Si estas enseñanzas no fueron lo suficientemente relevantes, permitanme sugerirles una última.
Si van a ir en octubre a la montaña, a 3.600 metros de altura, y con un sol radiante, ponganse protector solar.
Si no, se van a quemar hasta el punto de que toda la piel de la cara se les va a caer y le van a salir 60 boqueras, y la gente los va a mirar asustada en el subte de Santiago y no van a poder ir a trabajar durante una semana.
Digo, podría pasar.

El sábado posterior a mi golpiza autoinflingida, aproveché para ir a comer mariscos al mercado municipal.
Lo máximo. Imperdible total. Vale la pena vivir en Santiago sólo por eso.

El domingo hice escala de 6 horas en Buenos Aires y almorcé con Papá, Mamá, Eli (no me acuerdo si Royi estaba) y la familia Fernando Jansenson.
Mi ahijado metió la cabeza enterita en una torta y lamenté no tener la cámara de fotos.

Volviendo al evento que me puso en Santiago, ganamos el premio de mejor campaña de endomarketing (que no era la categoría correcta) y no estabamos ni siquiera inscriptos como campañas de incentivos.
La diferencia es sutil, y supimos aprovecharla bajo el enunciado "somos tan buenos que hasta ganamos premios de otras categorías"

Compartí la mesa con casi todos brasileños (los organizadores sientan juntos, generalmente, a los del mismo país)
Con excepción de en nuestro caso, hinché por todas las campañas argentinas (resultado final: Argentina 8, Brasil 7 -uno de esos el mío, con lo que me sentí un poco Tevez-, Chile 3 y después todos los demás)

Hasta ese día, OLHO VIVO ya era campeona brasileña y campeona latinoamericana.
Ahora faltaba el mundial....

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