Tareas para el hogar
1) Antes de que me olvide: Vayan a votar por Manu Ginobilli a esta página. Por el momento es integrante de la "mejor pareja" de la NBA (con Duncan). Y después, se ponen las pilas y sufragian en el all stars. (Para ver quien integra el equipo de las estrellas).
Aumentarán más sus chances si como "resto del equipo" escogen tirapedos como: Troy Murphy, Wally Szczerbiak, Matt Harpring y Theo Rattlif.
Tambien sugieran a Nocioni como "quien debería estar en la lista de candidatos". Por último, pongan que están votando desde Brasil.
2) Hernanes / Gabriel: En principio hay cena el martes, yo propongo que sea en Santa Bárbara. (tengo incontenibles deseos de mearle un baño nuevo a Oliver)
3) Lo de rigor: Estoy muy feliz de estar en Buenos Aires, de la recepción en el aeropuerto y de la comida (en containers) que me han proporcionado. A todos gracias...totales.
4) Una anecdotita navideña: El Ayudante de Santa:
A principio de los 80's, cuando contaba con sólo 7 u 8 años, mis padres supieron diseñar un infalible sistema de armonía hogareña.
Todos los diciembres (cuando el sistema escolar nos regurgitaba, dejando tres dínamos de la destrucción de entre 3 y 7 años en una misma casa) mi padre me llevaba a "trabajar con él"
Así separaba el catalizador del quilombo de sus inflamables hermanitas.
Realmente el trabajo era tedioso. Mi padre tenía un -más o menos pedorro- supermercadito y mis tareas se limitaban a limpiar botellas, remarcar precios y llevarle changuitos a las señoras (Cabe destacar que no recuerdo que me haya tirado una moneda por esta sacrificada contribución a la fortuna familiar).
Por lo tanto, mi alegría provenía de actividades como manguearle un helado a un tío, molestar al coreano de al lado o -mi preferida- visitar la juguetería de "Cachito".
La juguetería de referencia era gerenciada por un señor de bigotes -el inmortalizado "Cachito"- y su padre (creo recordar también a una anciana, pero la absoluta vaguedad de sus rasgos sugiere una defunción no registrada)
Estos pioneros de la mercadotecnia iniciaron por esos tiempos una ingeniosa campaña de promoción.
Colocaron, en la puerta, un Papá-Noel de madera cuya boca oficiaba de buzón.
Así, los niños depositaban un sobre con su pedido, que era recuperado por sus padres al solicitarlo. De esa manera, Cachito tenía el pedido, el cliente y los juguetes, al mismo tiempo y en el mismo lugar. Un ejemplo del mejor CRM, 20 años antes.
El único detalle que el esquema no contemplaba era la existencia de un angelical punguita de manos infimas, que gustaba de hurtar los sobres.
Mi estrategia era, modestamente, también ingeniosa.
Me acercaba inocentemente con un sobrecito o papelito y, metiendo el brazo entero en las fauces del muñeco, me chafaba 10 o 20 cartitas.
Como el Papá Noel estaba en la vereda, practicamente no corría riesgos y podía repetir la operación diariamente.
Una vez obtenido el botín, regresaba presuroso al supermercado y me dedicaba a leer las cartas.
Durante las primeras incursiones, el objetivo era meramente "Gran hermanesco" o, como se llama en la teoría lacaniana de psicología infantil, "Para romper las bolas".
Pero pronto, la diversión se multiplicó inesperadamente.
Ocurría que muchos niños (en general los más grandecitos) escribían en los sobres SUS DIRECCIONES.
Como los más pespicaces podrán imaginar, en cuestión de horas me convertí en el "Ayudante de Santa Claus", siendo mi función RESPONDER LAS CARTITAS DE LOS INFANTES.
Mi padre reprobaba obviamente esta actitud -que ocurría a sus espaldas- pero mis tíos la alentaban (al punto de que mi postadolescente tío Beto me llevaba en su moto a repartir las respuestas una vez elaboradas)
Veamos un ejemplo de la secuencia desde el punto de vista del niñito vecino de Floresta.
Se sienta y escribe:
Querido Papa nuel
Yo quiero el munieco de goma goma y la bici con la rueditas rojas como tiene pablo.
Gustavo
Luego completa el sobre con los datos:
Gustavo Parra
César Diaz 1054 Capital Federal
Y corre a la juguetería de Cachito como quien lleva un pasaporte a la magia y la ilusión.
Media hora más tarde un despeinado bastardito aburrido de limpiar botellas de Añejo W llena su mano derecha de pasaportes a la magia y la ilusión y corre a su cubil literario.
Abre las cartas y con la frialdad del responsable de un campo de concentración lee displicentemente los pedidos infantiles
Sus ojillos ladinos brillan cuando ve el sobrecito -por demás informativo- de Gustavo Parra.
La moto parte rauda con un corpulento joven al volante y un dedicado carterito navideño detrás.
Disminuyen la velocidad en la calle César Diaz al 1.000. La moto se detiene por completo y el ayudante de Santa desliza (en segundos) una cartita por debajo de una puerta
Luego, como en un final abierto, dejamos el camino a la especulación. Quizás una madre, involuntaria cómplice, lee un sobre que dice:
De: Papá Noel
Para: Gustavito Parra
y lo lleva, sin abrirlo, hasta las manos ansiosas de ese gurrumín adorable.
El niño, manos trémulas, rasga el sobre y despliega la carta.
Su rostro cambia mientras lee, con la impericia de la edad, la respuesta a sus pedidos:
Gustavito:
Yo no se si vos crees que soy un gordo idiota, o ciego que no me voy a enterar de que te portás como el culo todo el año y faltando dos días te hacés el bueno para ligar una bicicleta.
Haceme el favor de olvidarte de cualquier tipo de regalo y probá hacer buena letra desde ahora para ver si el año que viene recibís el goma goma o alguna otra de las pelotudeces que estás pidiendo. Y dejá de llorar, mantequita.
Firma: Papá Noel:
PD: Los reyes no existen.
La actividad sin dudas tuvo sus consecuencias. Un diciembre, de un día para otro, Papá Noel apareció con "dientes" que permitían introducir -apenas- una carta.
Quería recordar este evento para darles un mensaje muy importante en estas fechas en las que somos proclives a pensar en la familia, en el amor y en los buenos deseos.
Cuidense.
Hay mucho pendejo hijo de putas dando vueltas.
Navideños saludines, tamagotchis!!